jueves, 29 de agosto de 2024

SIN NOVEDAD EN EL FRENTE

 


Si hay algo que no me atrae, es la historia contemporánea de España. Me gusta la historia, siempre me ha gustado, y sé que en todas las épocas han existido luces y sombras sobre lo sucedido, porque de sobras es sabido que la historia la cuentan los vencedores. Se alaba al ganador y para darle más prestigio se adorna su hazaña, y hay que creerse justito lo necesario. Y es porque no me gusta hablar sobre la guerra civil. Considero que es la mayor desgracia que ha podido pasar entre todas las guerras ocurridas en España. Eran tiempos donde la escasez, la ignorancia y la malicia, por no llamarlo maldad, estaban influidas por ideas y revueltas políticas. Aunque el sufrimiento fue para las dos partes, su final generó aún más sufrimiento después, pues afloraron vendetas; ya sea por intereses o porque se la tenían guardada a alguno de los que estaban en el punto de su ira. Yo siempre digo como excusa, que estoy en el medio de esa discusión, ya que una parte de mis progenitores eran de derechas y por la otra parte sufrieron consecuencias terribles por ser consideradas de izquierdas, sin haber participado muchos; gente de calle, como es el caso de mi abuelo, que paso 2 años, 8 meses y 4 días en la durísima prisión de Astorga, parte de la condena de 6 años y un día, porque fue condenado por delito de excitación a la rebelión, dejando una familia de 6 hijos, algunos menores de edad. 

Todos los padres son idealizados por los hijos, pero yo a los míos los tengo aún más, porque para ninguno de los dos, les fue impedimento haber sido de un bando u otro, en unirse para toda la vida, y de la que nací primero yo y luego mis hermanas. Pero una cosa es la consecuencia de ser perdedor, y otra ser denunciado, pasar un juicio sumarísimo y ser condenado, por haber vendido, por una petición familiar, unas caballerías que al parecer iban a ser requisadas por las "fuerzas vivas" Gracias a Dios, se han podido desclasificar todos sus expedientes, y que se pueden pedir actualmente en los archivos militares. Ya nada se puede remediar, ni es tiempo de venganzas y odios; solo Dios, en su infinita misericordia, habrá juzgado al que haya hecho mal. El hecho de saber que ocurrió, siempre te da más tranquilidad.

Contaré que mi abuelo, durante la guerra, ante el anuncio de que se iban quemando iglesias en muchos pueblos, y de acuerdo con otras personas, escondió varias imágenes de la iglesia, junto a los libros parroquiales. Las imágenes, como consecuencia de estar enterradas, se estropearon, pero los libros no. Fueron vistos después de desenterrados en cierta casa, pero se debieron de perder por el camino antes de llegar al archivo parroquial, ya que allí no están. Tengo la esperanza de que un día aparezcan, aunque sea en un mercadillo de cosas viejas. Con paciencia y mucho tiempo, he conseguido un registro de más de 5.000 personas que vivieron en Vinaceite a lo largo del tiempo. Vamos avanzando.

Un abrazo, abuelo. Eras una bella persona.

Fina Lanuza  30/08/2024


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